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No me digas que nunca tuviste que luchar con un cajón que no cierra bien. Especialmente en las cajoneras de closets, cómodas o muebles reciclados, que no tienen correderas metálicas.
Generalmente esto sucede porque las guías de madera se hincharon por la humedad y entonces impiden que al cerrarlos se deslicen con suavidad.
O porque una o las dos guías de madera se rompieron. Esto es muy común en los muebles para niños, porque estos a veces, usan a los cajones como escalera.
Lo que hay que hacer es sacar el cajón y observar el estado de las guías. Es importante aclarar que el sistema de guías de madera es incompatible con el de correderas metálicas, por eso no conviene cambiarlas.
Si ves que la madera se hinchó, puedes lijarla, si la hinchazón es leve, o pasarle un cepillo de carpintero o un formón para rebajar su altura y volverla a la original. Eso sí, siempre es necesario terminar con una mano de lija para suavizar la superficie.
Luego tienes que frotar con jabón en pan o vela toda la guía enmendada para que se deslice mejor el cajón.
Pero si ves que la guía está rota o astillada, hay que cambiarla por otra.
Para eso desclava la guía y corta a medida un listón del mismo grosor. Pasale una lija fina y preséntalo sobre el lugar de la guía rota, comprueba que esté a nivel y pasale cola de carpintero. Para darle más firmeza, clavale cuatro clavos finos, empezando por los extremos.
Unta la guía con jabón o vela para facilitar el deslizamiento del cajón, y asunto terminado.
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Uno de los problemas más comunes es cuando las puertas rozan con el marco.
No siempre se puede detectar con facilidad el punto de rozamiento.
Un método infalible es cerrar la puerta metiendo en la zona donde creemos que fricciona un papel calco. El papel dejará una marca donde la puerta esté rozando.
A veces un exceso de pintura puede provocar un rozamiento de la puerta contra el marco por el lado de las bisagras.
La solución es quitar la pintura con una lija o una espátula hasta nivelar la superficie de rozamiento con el resto, y volver a pintar sin cargar demasiado la brocha.
Si la puerta raspa el suelo al abrirla, coloca un papel de lija debajo de ella y abrela y cierrala repetidas veces hasta que se solucione el problema.
Si esta solución no es suficiente, saca la puerta y rebaja la zona con cepillo de carpintero.Si sigue raspando y ves que hay luz entre el marco y la puerta, saca la puerta y coloca una arandela en cada bisagra para levantarla. Vuelve a colocarla, y si sigue habiendo luz, agrega tantas arandelas como haga falta hasta que la luz desaparezca.
Si la puerta rechina, la solución es echar un poco de aceite o siliconas en aerosol a las bisagras. Luego, ajusta los tornillos de las bisagras y listo.
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